Hoy más que nunca está de actualidad el debate sobre si debemos o no comer carne, especialmente después de lo manifestado por la OMS al respecto, afirmando rotundamente la carcinogenicidad de la carne roja y carnes procesadas, respaldando además estas afirmaciones a través de sus informes técnicos. Las fuentes entonces parece que son más que fiables, al haberse comparado y evaluado un número de 800 estudios diferentes sobre el cáncer en seres humanos. Tras esta ardua tarea se afirman dos datos importantes:
- La carne roja se clasifica como grupo 2A, probablemente cancerígena para seres humanos (evidencia limitada, asociación positiva entre su consumo y el desarrollo de cáncer colorrectal, también enlaces con cáncer de próstata y de páncreas). La carne roja ese toda la carne muscular de los mamíferos (res, ternera, cerdo, cordero, caballo y cabra).
- La carne procesada se clasifica como grupo 1, cancerígena para los seres humanos (suficiente evidencia, su consumo provoca cáncer colorrectal, también asociado al cáncer de estómago). La carne procesada hace referencia a carne que sido sometida a procesos tales como salazón, curado, fermentación, ahumado u otros para mejorar su sabor o conservación, pudiendo ser de cerdo, res y otras carnes rojas, así como aves, menudencias o subproductos cárnicos tales como sangre. Es decir, incluiremos en este grupo salchichas en todas sus modalidades, carne en conserva, jamón, cecina o carne seca, carne en lata y preparaciones y salsas a base de carne.
Evidentemente estamos en un proceso de cambio, que algunos líderes políticos (entre ellos los españoles) se niegan a aceptar como cierto, incluso atreviéndose a ridiculizar los informes científicos elaborados y pidiendo más claridad a la hora de exponer las conclusiones (que por otra parte, están suficientemente claras para cualquiera que tenga una formación científica y podrían hacerse incluso más si se elaborase un material divulgativo al respecto).
Dejando de lado estos informes, también resulta interesante saber que desde hace años se venía hablando de esta idea, recomendando limitar el consumo de carne en la dieta e incluir más verduras y frutas, así como hidratos de carbono, respetando así una llamada "pirámide de alimentos" que han de ser consumidos de forma diaria, estando las grasas y las proteínas en la cúspide, lo que significa que el consumo ha de ser menor.
Diversos estudios han respaldado el consumo de ciertos vegetales con la menor incidencia incluso inhibición en la formación de células cancerosas y reversión del proceso: piña, apio, perejil, tomate, té verde, chirimoya, nueces, brócoli o brécol, áloe vera, cúrcuma, germinados, alcachofas, aceite de oliva virgen extra, uña de gato, chocolate negro, setas, frutos rojos, ajo, cebolla, jengibre, etc.
Fotografía cortesía de Gloria Gómez Trapero |
No obstante, existen muchos otros motivos para dejar de lado el consumo de carne, como por ejemplo algunas consideraciones que quizá no conocemos o no hemos tenido en cuenta:
- La ganadería como principal causa de la crisis global, ya que esta industria es la principal generadora de gases de efecto invernadero, así como del principal gasto de agua dulce del planeta. Además supone unas formas de sacrificio de los animales que no siempre son éticas ni se desarrollan de manera correcta con el consiguiente sufrimiento y maltrato al ganado.
- Según el Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (IPCC), el daño que la emisión excesiva de los gases de efecto invernadero causa en la atmósfera está produciendo que se derrita el hielo ártico y antártico, que se retiren los glaciares del mundo, creación de condiciones climáticas extremas (según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos), aumento en la frecuencia de desastres naturales (acompañados de sequía, desertificación e incendios forestales), deforestación, pérdida de biodiversidad, escasez de agua y alimentos y efectos sobre la salud humana.
- Se están creando "zonas muertas" de océano (según la Comisión Pew con sede en EEUU) debido al escape de estiércol y fertilizantes (principalmente del ganado), a la sobrepesca (con lo que también se pierden especies marinas) y a la consiguiente acidificación del océano, creándose una falta de oxígeno, tan necesario para la vida.
Desde la Unión Europea se ha admitido que la alimentación con carne es la causa del calentamiento global y el Parlamento Europeo reconsiderará detener subvenciones a la industria cárnica y en su lugar, ofrecérsela a los agricultores orgánicos, etc. Jens Holm ha trabajado para conseguir que la Unión Europea adopte medidas que recomiendan reducir la carne para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero. El proceso se está desarrollando de forma un tanto lenta, pero la masa crítica está haciendo algo porque está habiendo progresos. Algunos líderes valientes están ayudando a este cambio en Alemania, Irlanda, Bélgica, Reino Unido, Estados Unidos y Taiwán. Algunas ONGs desarrollan su trabajo también en este sentido.
Finalmente, sólo queda decir que cada un@ extraiga sus propias conclusiones, pero siempre informándose adecuadamente y contrastando varios puntos de vista. Y, por supuesto, con el respaldo de las evidencias que hoy tenemos. Mejor reducir o limitar el consumo de carne para una vida más saludable.
Fuentes y bibliografía:
Organización Mundial de la Salud: http://www.who.int/features/qa/cancer-red-meat/es/
Anticáncer, Una nueva forma de vida, del Dr Servan Schreiber (Ed. Espasa, 2010)
Mis recetas anticáncer, de la Dra Odile Fernández (Ed. Urano, 2013) http://www.misrecetasanticancer.com/
De la crisis a la paz. La senda vegana orgánica es la respuesta. Ching Hai, 2010.